Hacia la Argentina moderna (1853-1880)

Con la oposición de Buenos Aires, que se regía como un estado independiente, Urquiza organizó el Congreso Constituyente de Santa Fe de 1853, que aprobó una Constitución de carácter republicano, representativo y federal, elaborada según un modelo de Juan Bautista Alberdi. Urquiza fue proclamado presidente de la Confederación.


La economía de la Confederación se vería afectada por la separación de Buenos Aires, por lo que intentó unirla por medios bélicos. Tras la Batalla de Cepeda (1859) y la Batalla de Pavón, de 1861, se logró la unión del país.


En 1862 Bartolomé Mitre, quien fuera Gobernador de Buenos Aires, asumió como primer Presidente constitucional de la Argentina unida. Inició una política codificación, sancionó importantes leyes y promovió la inmigración y la educación. Derrotó las resistencias provinciales, especialmente la del caudillo Peñaloza. Se alió con uruguayos y brasileños contra el Paraguay en La Guerra de la Triple Alianza, con la excusa de la dictadura de Francisco Solano López en ese país, aunque luego se supo de la existencia del Tratado de la Triple Alianza. En 1870 se logró su derrocamiento y la derrota del Paraguay, que quedó devastado por la guerra.


Sería sucedido por Domingo Faustino Sarmiento en 1868, que realizó el primer Censo Nacional de Población, promovió la educación popular, la cultura y los telégrafos. Derrotó a los últimos caudillos federales y se firmaron importantes tratados internacionales, además de finalizar la Guerra de la Triple Alianza.




Tras una pequeña crisis económica, Sarmiento fue sucedido por Nicolás Avellaneda (1874), quien se empeñó en controlar los territorios aún ocupados por los indígenas. Además, fomentó la inmigración y nuevas industrias, aunque durante su período debió enfrentar una seria recesión económica. En 1879 llevó a cabo la Campaña del Desierto que quitó millones de hectáreas de la Patagonia y el Chaco a los indígenas, reduciendo drásticamente su población. Esta campaña, liderada por el ministro Julio Argentino Roca, benefició enormemente a unos pocos estancieros.


En 1880 estalló una última revolución — centralista, pero también en contra del generalizado fraude electoral, habitual en la segunda mitad del Siglo XIX en el país — en Buenos Aires, liderado por Carlos Tejedor y Bartolomé Mitre; su derrota, que dio fin al período de las guerras civiles argentinas, permitió sancionar la Ley de Capitalización, que federalizaba la Ciudad de Buenos Aires, transformándola en capital del País.




Poco después, Roca asumía la presidencia de la Nación. Se iniciaba un período de más de 3 décadas de gobiernos conservadores y liberales, sostenidos por políticas fraudulentas y muy especiales en la historia del País.

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